En la década de los setenta del pasado siglo, era habitual ver en la calle Cabo Verde (coincidente con el flanco suroriental del desaparecido Cuartel <<Hernán Cortés>>), como se iban agolpando, en una cola infinita, tractores con remolques, carros tirados por mulos y camiones Pegaso o Barreiros, todos ellos colmados con su carga de cereal. El cortejo enfilaba, con lentitud procesional, hacia la estrecha calle de acceso al silo (hoy calle Laborde). Estas colas cosecheras llevaban su fruto del secano, presto a ser deglutido por un gigantesco monstruo de la ingeniería, el silo del SENPA. El fruto que previamente era pesado en la báscula y muestreado para analizar la calidad de cada porte.
En 1941 se convocó el primer concurso de ingenieros y arquitectos de prestigio. En 1942 ya se habían diseñado algunos silos de tránsito, todos ellos de gran tamaño y capacidad (el de Mérida, con su ampliación tiene una capacidad de 10.500 toneladas). Estos primeros silos fueron singulares, no seriados como los que se hicieron posteriormente. Este primer lote estuvo compuesto por los silos de Alcalá de Henares, Córdoba y Mérida. Los tres se licitaron en 1944, se concluyeron en 1950 y entraron en funcionamiento el año siguiente.
Los tres silos contaron con modernos sistemas de señalización y control a distancia, así como un complejo sistema de máquinas diseñadas para la manipulación y selección de semillas.
La complejidad y novedad tecnológica implantada en las instalaciones de este colosal granero se aprecia en su cuadro de control que, aún hoy, se conserva y desde el cual puede activarse toda la maquinaria. En síntesis, desde él se controlaba la recepción con antelimpia o sin ella, la reexpedición de partidas pequeñas de grano, el trasvase de celda a celda con o sin antelimpia, la activación de los selectores de semillas, la desinsectación o la desecación del grano y la aspiración del polvo.
El Silo de Mérida se dotó con una compleja maquinaria y avanzados mecanismos de conexión, aunque, sin duda, el aspecto que más destacable es que estos cuenta con celdas ventiladas. En ellas, sin mover el cereal, puede realizarse la aireación en el caso de calentamiento del grano originado por el ataque de insectos o la excesiva humedad de éste.
En estas celdas especiales se podía lograr, mediante la inyección de aire, una disminución de la temperatura hasta parámetros normales.
Esa temperatura y humedad se medía con sondas especiales; los datos recabados se enviaban a un ordenador central en los últimos años de funcionamiento del granero.
Además, el silo emeritense contaba con un laboratorio del Servicio de Inspección del SNT, cuya misión principal era analizar las muestras del trigo que se iba adquiriendo para contrastar su calidad.
En esencia, es un edificio que tiene 5.736 m2 de superficie construida. Está compuesto por cinco crujías de celdas de sección cuadrangular de grandes dimensiones formando filas en sentido longitudinal. Éstas se disponen de forma paralela y su desarrollo es vertical.
Todas las filas de celdas, tanto las centrales como las laterales, se encuentran elevadas sobre el terreno, en primer lugar, para evitar que todo tipo de humedad por capilaridad afecte a la estabilidad del cereal almacenado y, en segundo lugar, para permitir las maniobras de recepción o evacuación del grano[1].
El silo emeritense pasó a formar parte del Servicio Nacional de Cereales en 1969 y, en 1971, del Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA). En 1983 se promulgó la Ley para la Liberalización del Comercio del Trigo, dándose por concluida la política proteccionista española y, en consecuencia, los silos dejaron de recibir trigo. Sin embargo, la Política Agraria Común Europea (PAC), requirió que, para la regulación de mercados, se conservasen algunos silos de referencia, y para ello el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) mantuvo el silo de Mérida dentro de su red a fecha de abril de 2014.
Con fecha de hoy 7 de abril, FONDENEX ha remitido a la titular de la Consejería de Cultura el informe que contempla la Ley 2/1999 de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura para que se inicie el expediente de la declaración del edificio como BIC, Bien de Interés Cultural con la categoría de monumento. La petición ha sido apoyada tanto por los cronistas oficiales de la ciudad como por un informe de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes.
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FONDENEX (Fondo para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Extremadura)