El primer problema es la época en la que se realizan muchas de las podas, pues en ocasiones los árboles se empiezan a mutilar (perdón, podar) antes de que amarilleen sus hojas. Esto constituye un disparate, ya que se cortan drásticamente las funciones vitales del árbol todavía en periodo vegetativo. La poda debe realizarse a partir del momento en que el árbol quedaba desnudo, cuando todas las hojas han caído y hasta antes de que el árbol empiece a manifestar la llegada de la primavera con el hinchamiento de las yemas. En Extremadura estos periodos coinciden aproximadamente entre diciembre (caída total de las hojas) y febrero (primeras manifestaciones de vida), pero es preciso atenerse siempre a la marcha que muestren específicamente los árboles para no ocasionar daños innecesarios. Igualmente, estas fechas son las ideales para plantar árboles nuevos.
A principios de la vida de un árbol hay que podar pensando en su formación futura. Esto se debe hacer conservando el equilibrio entre las distintas partes del ramaje y favoreciendo siempre el desarrollo de las guías o guía, no podando igual todos los años y todas las ramas. Las ramas que hay que eliminar normalmente solo son las secas y las mal formadas o formadas en partes del árbol no apropiadas como <<chupones>> o las que salen en pleno tronco. La copa es precisa conservarla, pues es tan importante como el tronco y mucho más agradable que un tronco lleno de ramitas en su extremo, que es lo que se consigue con las podas brutales a las que nos tienen acostumbrados en la mayoría de las poblaciones de Extremadura. De esta manera, los árboles no pueden crecer, haciéndoles volver la poda al punto de partida y teniendo que regenerar en la primavera todas las ramificaciones perdidas.
Las podas, llamadas podas <<en vaso>>, producen árboles inestéticos, raquíticos, recortados y privados de su forma natural; árboles de copas desproporcionadamente pequeñas en relación con los troncos. Por efecto de estas podas, los árboles no pueden dar sombra cuando esta es más necesaria, ya que en los meses de calor están todavía recuperando su ramaje, y cuando por fin lo consiguen, el otoño y la nueva poda están otra vez ahí.
¿Pero por qué se podan los árboles? Pues se dan varias falsas razones:
- Evitar que las ramas se acerquen a los edificios o entorpezcan el tránsito de las personas y el tráfico de los automóviles.
- Se aduce también la necesidad de <<encauzar>> el crecimiento o el deseo de <<fortalecer>> el árbol.
Las dos <<razones>> eran erróneas. Lo primero no es cierto, pues de hecho se podan de la misma brutal forma los árboles de avenidas abiertas, sin edificios, que los que crecen en las aceras de las calles. También es errónea la segunda razón, ya que al cortar las ramas guías se entorpece y retrasa el desarrollo del árbol, obligando a este a hacer un sobreesfuerzo considerable para que logre de nuevo el crecimiento de las ramas. Y afirmar que las podas <<fortalecen>> al árbol es un gran error, porque se consigue todo lo contrario. Es muy frecuente comprobar como los árboles sometidos a podas abusivas, acababan secándose.
La poda debe hacerse, si es posible, con tijeras manuales o con hachas, pues las motosierras recalientan mucho el tejido de las ramas y lo dañan. Como en una poda racional de árboles urbanos no se deben cortar ramas grandes (salvo excepciones), normalmente con la tijera es suficiente. Si hay que utilizar el hacha, para que no haya desgajamientos de ramas, se debe dar un corte por abajo antes que por encima, y así no se daña la corteza. Una vez quitadas las ramas se debe dar <<mastique>> de injertos para evitar la entrada de parásitos o la degeneración de la madera.
No hay <<árboles viejos>>, hay árboles <<veteranos>>, ya que el apelativo otorgado por fuentes municipales implica ser <<acabado o agotado>>, por no decir <<decrépito>>.
¿Por qué se rompen las ramas de los árboles? Pues porque las malas podas realizadas y las malas artes empleadas son la causa de proliferación de focos de hongos y bacterias causantes de la pudrición que se observa sobre todo en las grandes ramas que caen. Las ramas originales tienen una unión más íntima y fuerte al tronco que las nuevas, con lo que las podas <<en vaso>> consiguen que las células individuales del xilema que constituyen la madera, se hicieran más grande de lo normal, teniendo la nueva manera formada menos paredes celulares y menos lignina por unidad de volumen que la madera antigua, siendo, por lo tanto, más débil.
Las podas abusivas ocasionan una velocidad exagerada de crecimiento de las ramas (ya más delgadas y débiles), y claro, los árboles se rompen y pueden romper la cabeza de una persona, que es más importante que un árbol, por supuesto. Pero además, los alcorques de los árboles urbanos suelen ser ridículos, y su profundidad totalmente insuficiente. Resultado: las aceras se levantan y si además no se riegan en época de sequía: muerte prematura.
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