El nuevo Secretario General del PSOE en Extremadura ha realizado unas declaraciones a El Periódico Extremadura, sobre la Central Nuclear de Almaraz. Entre otras cosas, ha dicho que “es partidario de la energía nuclear” y que “nosotros exigimos que no se cierre (la CNA)”, porque perjudicaría a la comarca del Campo Arañuelo.
La actitud del dirigente socialista es totalmente respetable, pues hay quienes están a favor de la energía nuclear y quienes, como formamos FONDENEX, estamos en contra; hay quienes quieren que no se cierre esta planta atómica, y quienes creemos que debería llevar ya muchos años cerrada; hay quienes piensan que la CNA ha revitalizado la economía del Campo Arañuelo y quienes creemos que no ha sido así. Son opiniones diferentes y razonables en una sociedad democrática. Pero llama la atención que emplee “nosotros”: ¿todos los militantes o votantes del PSOE? Claramente no, pues históricamente los socialistas extremeños, en un porcentaje importante, fueron antinucleares y en su mayoría, contrarios a la Central Nuclear de Valdecaballeros, con el Sr. Rodríguez Ibarra a la cabeza.
Con lo que discrepamos totalmente, como técnicos, es con la aseveración realizada por el Sr. Gallardo Miranda de que la energía nuclear es segura… y que “cuando ha fallado ha sido porque no se estaba produciendo electricidad, sino investigación de carácter armamentístico”. Sr. secretario del PSOE, esto no es verdad.
Cualquier investigador que se precie, bien dedicado a la medicina, a la genética, a la biología, a la ingeniería, etc…, sabe que los principales accidentes nucleares acaecidos en el mundo desde que empezaron a funcionar los primeros reactores atómicos comerciales, Óbninsk (Kaluga, Rusia, 1954), de 5 Mw; Calder Hall (Reino Unido, 1956), con cuatro reactores de 50 Mwe cada uno y Dresden 1, situado en Illinois, en 1960 (la primera gran central nuclear que se construyó en los Estados Unidos), de 192 Mw, se han producido precisamente en plantas dedicadas a la producción de electricidad. Esta última central se clausuró precisamente en 1978 por un estudio que demostró la inusual alta mortalidad infantil en la zona (Dr. Ernest J. Sternglass, Profesor de Radiología de la Universidad de Pittsburg).
Los mayores accidentes conocidos (y reconocidos, dada su magnitud) se produjeron en tres centrales nucleares comerciales: Three Mile Island 2 (Harrisburg), 1979, que se puso en marcha en 1978 (un reactor PWR, como Almaraz); Chernóbyl, Ucrania, en 1986 y Fukushima, Japón, en 2011.
En el primero de los casos se evitó casi milagrosamente la fusión del núcleo, aunque hubo una importante contaminación por isótopos radiactivos del entorno, con graves consecuencias para la salud de sus habitantes, recogidos en una amplia bibliografía médica.
En los otros dos, la contaminación radiactiva producida por la fusión del núcleo del reactor 4 en Chernóbyl y el 1, 2 y 3 en la central japonesa, afectó a millones de personas, y todavía no se conoce la transcendencia real de los efectos de las radiaciones emitidas al medio ambiente, sobre su salud.
Pero las centrales atómicas españolas comerciales no han estado exentas de accidentes y emisiones de radionucleidos a la atmósfera y a las aguas. La lista es tan extensa, que llenaríamos las páginas de este periódico. El más grave reconocido oficialmente, nivel 3 de la escala INES, fue en Vandellós I en 1989; también fueron importantes los acaecidos en Vandellós 2, en 2004 y en Garoña, siete en un solo año (2008). Claro, que el CSN y las propias empresas, en vez de la palabra “accidente” emplean la menos preocupante de “incidente”…
Y con respecto a la CNA, esta instalación está a la cabeza de “incidentes” y “accidentes”, cuya relación, completa, en cuanto a fechas y causas, gustosamente proporcionaremos al Sr. Gallardo, si así lo desea: fugas en el circuito de refrigeración; roturas de tubos de los generadores de vapor (que obligó a su cambio); fugas de estos generadores (denunciadas precisamente por El Periódico Extremadura, en 1991); alivios de gases radiactivos al exterior por un error humano; fisuras en las tapas de los reactores (que se tuvieron que sustituir) y hasta un sabotaje introduciendo 15 litros de ácido sulfúrico en el circuito secundario en noviembre de 1983.
Muchos de estos “incidentes/accidentes” fueron reconocidos por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y este organismo apercibió a la CNA en más de una ocasión, corroborando como ciertas las denuncias realizadas por las entidades antinucleares.
Hubo un gobernador civil del Partido Popular que, en el año 1996, se metió en “camisas de once varas” vertiendo opiniones técnicas sobre la CNA, cuando, ni profesional ni académicamente, estaba capacitado para ello, y diciendo lo mismo que el Sr. Gallardo. Como entonces le dijimos a aquel político, se lo repetimos hoy al Secretario General del PSOE: dedíquese a la política, y deseamos que con éxito, por el bien de Extremadura, pero no opine sobre temas técnicos y científicos relacionados con la seguridad de las centrales nucleares y los efectos de las radiaciones que emiten, tanto en su funcionamiento diario como en caso de “accidentes”, porque no tiene conocimientos sobre estos temas.
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Francisco R. Blanco Coronado
Médico Especialista en Ginecología / Presidente de FONDENEX
Manuel Martín Alzás
Biólogo y Profesor de Biología / Vicepresidente de FONDENEX