Foto: Ángel Rodríguez Martín.
Fue el Profesor Bernis Madrazo, catedrático de Zoología de la Universidad Complutense de Madrid, eminente científico español del siglo XX, quien descubrió para la Ciencia las sierras y valles de Monfragüe. Este gran ornitólogo tenía un familiar en Navalmoral de la Mata y le habló de grandes buitres en algunas fincas del área. Bernis descubrió una colonia de buitres negros, así como nidos de águilas imperiales y cigüeñas negras, pero no lo hizo público para proteger su hábitat y en 1966 ya pidió la creación de una reserva o parque nacional en la zona. Estoy hablando de 1958. Y ya entonces había monterías en Monfragüe y, lo que ya hoy es recuerdo histórico, mucha caza menor.
Cuando Jesús Garzón, Francisco Carbajo y Francisco Blanco empiezan sus primeras acciones a principios de la década de los setenta del siglo XX para proteger Monfragüe del ICONA, que con sus plantaciones de eucaliptos estaba arrasando miles de hectáreas de bosque y matorral mediterráneos, seguían celebrándose monterías, y ni ellos ni nadie del mundo conservacionista pidió que se prohibieran. La umbría de Valero, uno de los parajes más valiosos del actual parque, se salvó del descuaje porque Joaquín Fernández de Córdova, Duque de Arión, gran montero, se opuso a ello.
Es decir, durante siglos la caza mayor ha sido perfectamente compatible con la conservación de nuestra fauna salvaje. Además de en Monfragüe, en la Sierra de San Pedro siempre ha habido caza mayor, con una modalidad, la “ronda”, en la que sin arma de fuego, la alianza entre montero a caballo o a pie y perros alanos, conseguían dominar al jabalí, aun poniendo en peligro sus vidas.
La práctica desaparición del Lobo de nuestras sierras dejó a venados y cochinos sin nadie que les controlara y ambas especies han crecido hasta tal nivel que se han convertido en un peligro para otras especies animales…y vegetales.
Tanto los ciervos como los jabalíes pueden propagar enfermedades infecciosas, víricas y bacterianas, no sólo a otros animales, sino también al ser humano. Una adecuada y normal densidad de ambas especies haría mucho más difícil la transmisión de ciertas patologías, pero las superpoblaciones facilitan el contagio y la transmisión, en especial al ganado, recurso fundamental en la economía del medio rural.
La alimentación y costumbres de estas dos especies de caza mayor son determinantes en la producción de daños, tanto a la cubierta vegetal, como a mamíferos y aves pequeñas.
El Ciervo invade muchos cultivos, causando grandes pérdidas a los agricultores, que muchas veces ya abandonan sus campos abatidos por los daños producidos por estos ungulados; las repoblaciones forestales con encinas y alcornoques, en su estado inicial, son un “aperitivo” goloso para ciervos y ciervas, que dejan los plantones en estado calamitoso; las alambradas para manejar el ganado (vacuno y ovino fundamentalmente) son destrozadas sistemáticamente por los venados, que tiran postes y hacen grandes boquetes en los cercados. Por otro lado, a los ciervos les encanta “ramonear”, comiendo los brotes terminales de árboles y arbustos, teniendo ello como consecuencia, entre otras, el enlentecimiento del crecimiento, el fracaso en la regeneración natural por falta de semillas y aumento de la mortalidad de las plantas jóvenes. Finalmente, el comportamiento de los machos ocasiona graves daños en árboles y arbustos, bien por frotarse los cuernos en ellos (escodado), ocasionando en muchos casos la muerte de la planta, o por comer la corteza (descortezado), que les encanta, y si ésta está muy pegada, el árbol pierde resistencia y se troncha en muchos casos.
El Jabalí es una especie complicada. En primer lugar es omnívoro, es decir, come de todo, ya sean bellotas, tubérculos, raíces, lombrices y por supuesto, animales, ya sean mamíferos pequeños o aves que nidifican en el suelo. Dos especies “apetitosas” para los cochinos son el Conejo y la Perdiz Roja. Si consideramos que tanto una como otra están en una situación difícil, en especial el mamífero lagomorfo, y que ambas son esenciales para la alimentación de águilas imperiales y linces ibéricos, en cuya conservación tanto los gobiernos de Extremadura y España como la Comisión Europea están gastando ingentes cantidades de euros, ¿vamos a dejar que el Jabalí alcance una densidad antinatural?
FONDENEX ya ha dejado muy claro en diversos escritos que está a favor de una caza racional y que sea respetuosa con las especies silvestres no cinegéticas. Hay especies que se pueden cazar y otras que no. Y ahora estamos en una polémica, un poco artificial y muy contaminada políticamente, en la que hay quienes no quieren controlar estas poblaciones que están fuera de control.
La caza mayor, es decir, ciervos y jabalíes debe permitirse, no sólo en el Parque Nacional de Monfragüe, sino en otros espacios naturales protegidos en los que haya superpoblación y existan problemas. Las monterías bien organizadas, con donaciones económicas que fueran a las respectivas juntas rectoras para invertirlas en proyectos de conservación; la venta de las carnes para donar a instituciones que atienden a personas necesitadas y el empleo de habitantes de las respectivas comarcas para labores auxiliares (rehalas, restauración, etc…), redundaría en beneficio de todos.
No se pueden separar terrenos de la Administración de fincas privadas. Si se caza sólo en terrenos públicos, jabalíes y venados se refugiarán en los predios particulares, con lo que sólo se conseguirá trasladar el problema de un sitio a otro, e incluso agravarlo en las fincas no públicas. El control debe ser simultáneo, pero sólo donde se detecten problemas de daños por superpoblación.
Y finalizamos con algo que es fundamental: las fechas de las “monterías-controladoras”. No se puede cazar en cualquier época, y en los espacios protegidos, todo tipo de caza debe terminar a final de diciembre, comenzando a principios o mediados de octubre. Si esto se hace así, no se causa ninguna molestia, sobre todo a las aves carroñeras, las más tempraneras, que esperarán bien desde lo alto de un cantil o volando en círculos los regalos de los monteros, eliminando de la forma más higiénica los cadáveres de ciervos y jabalíes, que ya no serán una amenaza ni para el ganado, ni para otras especies silvestres ni para los intereses de los hombres.
Manuel Martín Alzás
Vicepresidente de FONDENEX (Fondo para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Extremadura)
Licenciado en Ciencias Biológicas y Profesor de Biología