Hubo un tiempo que se creía que la Tierra era plana, y no redonda; también hubo una época en la que se pensaba que el Sol y los planetas giraban alrededor de la Tierra. Pues dentro de esta categoría de disparates hay que mencionar al “sambenito” que se le ha colgado al meloncillo (Herpestes ichneumon), la única mangosta que existe en Europa.
No es cierto que fuera introducida en nuestro continente por los árabes, como se asevera en tantos escritos, sin base científica alguna. Un grupo de investigadores portugueses encontraron un esqueleto de meloncillo en Mérida, datado mediante carbono 14 en una antigüedad de 2.000 años, es decir, la especie ya existía en nuestra región en tiempos de los romanos (Detry y colbs. “The Science of Nature”, 2018). Pero es que debido a la diferenciación genética de esta mangosta con las africanas, puede que esta especie viniera a la Península Ibérica, a través del estrecho de Gibraltar a finales del Pleistoceno (Palomares, 2017, “Meloncillo”, Museo Nacional de Ciencias Naturales), es decir, unos 10.000-12.000 años aC.
No es cierto que el meloncillo sea un peligro para la supervivencia de los conejos. Antaño, la población de mangostas abarcaba casi toda la Península Ibérica. Hoy está reducida al suroeste de la misma. Si en dos mil años, el meloncillo, que era infinitamente más abundante, no acabó con los conejos, ¿lo va a hacer ahora? Pero la mixomatosis, la neumonía vírica hemorrágica y la caza abusiva, puede.
No es cierto que sea un peligro para “el ganado”. Quien haya visto un meloncillo, pondría cara de estupefacción imaginando que un animal de menos de 4 kg de peso, pueda atacar a vacas, ovejas, o cabras… Y es incierto achacarle matanzas nocturnas en los gallineros, ya que este mamífero es de comportamiento diurno.
Pero para tomar una decisión con respecto a la protección o no de una especie animal, ya sea una protección estricta o moderada, no hay que basarse en leyendas, supersticiones, datos aislados u observaciones de personas no expertas, incluidos algunos “técnicos” de dudosa formación. Hay que hacerlo en estudios científicos de mastozoólogos, en este caso, de reconocido prestigio internacional, publicados en revistas y archivos también internacionales. Y eso ha hecho que, FONDENEX, para defender al meloncillo de la injusta caza que se quiere realizar sobre él, para “prevenir daños al ganado, fauna y flora”, recurra a lo único objetivo: la Ciencia.
La bibliografía es extensa, pero hemos elegido tres estudios: uno ya clásico, realizado en 1984, del Dr. Miguel Delibes; otro, una tesis doctoral realizada por el Dr. Francisco Palomares en 1993 y el más reciente, también tesis doctoral realizada por el mastozoólogo portugués, Dr. Víctor J. Bandeira, en 2016. El equipo de Delibes lo publicó en la prestigiosa “ACTA THERIOLOGICA” (vol.29); Palomares, en “HAL open science” y Bandeira en “ProQuest”, de Estados Unidos.
Conclusiones de los tres trabajos: el meloncillo es un mamífero con hábitos alimenticios, diurnos, omnívoro y muy oportunista. Es decir, caza exclusivamente de día, come de todo (pequeñas aves, crías de conejos, ratones, lagartijas, ranas, culebras, insectos, frutos silvestres, setas, y no desprecia la carroña cuando no tiene otra fuente de alimento, ni las placentas) y caza aquellas especies que son abundantes, no las que escasean.
Siguiendo al mastozoólogo luso, por ser el estudio más reciente, este llega a la conclusión, después de examinar 678 estómagos de meloncillos (33 muertos en carretera y 645 cazados legalmente o como actos de control), que las especies de caza menor representan menos del 50% del espectro alimenticio de este mamífero, “por lo que quienes proclaman que el conejo o la perdiz roja (y sus huevos) son sus principales alimentos, carecen de base científica”.
Y finalizamos con una aseveración del Dr. Delibes, Profesor de Investigación del CSIC y que fue Director de la Estación Biológica de Doñana: “Sabemos que el icneumón (meloncillo) es capaz de capturar presas de distintos tamaños, pero las superiores a 500 grs, son excepcionales”.
¿Daños al ganado? Incierto. ¿Daños a la fauna? Habrá que prohibir a los superpredadores y predadores que se alimenten de sus presas ancestrales. ¿Daños a la flora? Creemos que tienen derecho a comer frutos silvestres y… algunas setas. Los seteros, se lo consentimos.
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Manuel Martín Alzás
Biólogo. Profesor de Biología
Vicepresidente de FONDENEX