LA CAZA PUEDE SER NECESARIA… PERO NO EN LOS ECOSISTEMAS NATURALES BIEN CONSERVADOS Y GESTIONADOS

Lobos ibérico. Foto Mercedes Rodríguez

Recientemente, hemos tenido conocimiento de una entrevista realizada a Dª Isabel Caballero a principios de 2023, por el digital “El Sereno Indiscreto”. Su titular era: “No existe ningún ecosistema que se mantenga sin la caza”. Durante la misma le realizaron la siguiente pregunta: “Como experta en gestión forestal y cazadora, ¿por qué crees que la caza es necesaria?”. Con esta, se abre el debate una vez más de un tema en el que la rigurosidad científica juega un gran papel. Nombremos, en primer lugar, a Odum que en el capítulo 2 de su obra “Ecología” establece que “el ecosistema es en ecología la unidad funcional básica, porque incluye tanto organismos (comunidades bióticas) como un ambiente abiótico, cada uno de los cuales influye sobre las propiedades del otro, siendo necesarios ambos para la conservación de la vida tal como la tenemos en la tierra”.

En base a esto, no podemos aceptar la siguiente afirmación: “Es impensable la ausencia de la caza en cualquier población”, debido a que esta no es indispensable para la regulación de los ecosistemas, según lo expuesto no solo por Odum, sino por otros autores como Margalef y Haeckel. Si la aceptáramos estaríamos despreciando los miles de millones de años de la historia de la Tierra. Además, y basándonos en un estudio publicado en la revista “Journal of Human Evolution”, hace 400 mil años los homínidos de la sierra de Atapuerca ya se coordinaban para cazar en grupo y conducir a sus presas hasta el lugar donde eran acorraladas, abatidas y procesadas para poder llevarse la carne, los huesos y las pieles a los campamentos. Por lo que, parémonos y comparemos 400 mil años de los 4.600 millones de años que se estima que tiene nuestro planeta.

El ecosistema biótico está regulado por las relaciones existentes dentro de la misma especie y entre las diferentes especies. Por lo que, centrémonos en esta última relación y recordemos la Ley de Sistema Depredador-Presa propuesta por Lotka y Volterra, en la que se asume que las presas tienen suministro de comida ilimitado por tiempo definido, y se reproducen exponencialmente a menos que exista algún depredador. Por tanto, con la eliminación de los depredadores, los ecosistemas sufren un efecto en cascada trófica, que hace que los herbívoros proliferen sin control. Tras lo expuesto, pasemos a analizar la respuesta dada por la experta en gestión forestal y cazadora: “No existe ningún ecosistema que se mantenga sin la caza, porque hay especies, que muchas veces se vuelven invasoras, porque no cuentan con suficientes depredadores naturales”. Tras el desequilibrio existente en los ecosistemas debido a la falta de depredadores, la necesidad de argumentar la caza de conejos, liebres, jabalíes, … Se hace notoria. Irónicamente, es la caza, junto con otras actividades de alto impacto ambiental, la que establece la necesidad del control poblacional, a través de un círculo vicioso.  

En este punto hagamos referencia a un estudio realizado por investigadores del Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC), entre otros y con la ayuda y participación del MITECO que ha demostrado que la presencia del lince hace disminuir la de los mesopredadores (zorro y meloncillo, principalmente) y en forma de cascada trófica la depredación sobre sus principales especies presa: el conejo y la perdiz roja, lo que genera que ambas especies se recuperen a su vez en las zonas de reintroducción del lince ibérico.

Por otro lado, recordemos, según lo indicado por la UICN,  la definición de especie nativa “aquella especie que ocurre dentro de su área natural y de dispersión potencial”, así como la de especie exótica invasora “es la especie que ocurre fuera de su área natural y de dispersión potencial”. Por lo que, establecer que las especies con falta de depredadores naturales se vuelven invasoras es totalmente erróneo.

Concluyamos que es lógico ver que las poblaciones se descontrolen debido al desequilibrio existente en nuestros ecosistemas, lo que se traduce en problemas socioeconómicos en nuestro entorno más próximo, siendo necesario, y únicamente bajo el respaldo de estudios científicos rigurosos, su control puntual. Recordemos la polémica que atravesamos con el meloncillo.

Para terminar, la pregunta que deberíamos de hacernos sería ¿es la caza la tabla de salvación para un equilibrio entre la actividad humana y la salvaje?, o ¿es la buena gestión de los ecosistemas la que realmente nos llevará a ese ansiado equilibrio?

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Begoña Martín Costa
Bióloga

Vocal de FONDENEX (Fondo para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Extremadura).
fondenex@hotmail.com

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