Tórtola Europea. Foto: Manuel Calderón Carrasco (FONDENEX).
Es ya un tópico clásico, pero no necesariamente verdadero, que cazadores y conservacionistas deben estar enfrentados, como si los primeros solo estuvieran interesados en matar el mayor número de piezas y los segundos en lograr una protección absoluta de todas las especies.
En opinión de FONDENEX hay que dejar aparte demagogias evidentes, intentar comprender las razones de unos y otros y tomar decisiones basadas en datos irrefutables y argumentos científicos.
No somos partidarios de prohibir la caza de conejos, perdices, liebres, venados o jabalíes, pues ello no afecta a su supervivencia y, en cambio, una veda total de estas especies acarrearía graves daños a la agricultura, a otras especies sensibles y a nuestros bosques y dehesas.
Entendemos en estos casos que el cazador actúa como un importante elemento del ecosistema, regulando unas poblaciones que de lo contrario proliferarían explosivamente, degenerando y afectando negativamente a la Naturaleza. Y además, y a FONDENEX no lo cuesta ningún trabajo reconocerlo, gracias a algunos cazadores, que con sus cotos y normas de actuación, a veces más rígidas que la propia legislación cinegética, ciertas especies se han librado de la extinción (como la Cabra Hispánica) y ecosistemas naturales muy valiosos, como las umbrías de Monfragüe o las marismas del Guadalquivir en Doñana, han podido llegar hasta nuestros días. Un cazador puede ser un buen conservacionista y un conservacionista un magnífico cazador: ahí tenemos los ejemplos de José María Castroviejo, Miguel Delibes, Eduardo Trigo, etc …
Para nosotros es muy grato reconocer esto, pero también tenemos que decir alto y claro que cuando las entidades conservacionistas piden la protección de determinadas especies, no lo hacen por capricho ni por “incordiar” a cazadores y Administración, sino ante evidencias científicas sacadas de estudios rigurosos y detallados. En la mente de todos está la polémica que se generó en la década de los ochenta del siglo XX con la caza de la Avutarda, cuya población disminuía a marchas forzadas, siendo uno de los factores principales de ello la caza de la que era objeto, aspecto que desde un punto científico, es incontestable y muy interesante. Su veda permanente fue determinante para la recuperación de estas grandes aves.
Dicho de otra forma: hay dos grandes categorías faunísticas: especies que admiten un aprovechamiento cinegético continuado y otras que se extinguen a poco que se las persiga. Es evidente que la caza, como deporte y actividad social, debe limitarse a explotar adecuadamente las primeras y respetar de forma eficaz las segundas.
Y también hay dos grandes categorías, tanto de cazadores… como de conservacionistas. No es igual un cazador, con el orgullo con el que se debe llevar este nombre, que un “escopetero”. El primero conoce las especies de fauna, cinegéticas o no; conoce las leyes; conoce las especies protegidas; es respetuoso con nuestros ecosistemas naturales; es el primero que si se da cuenta de que una especie, ya sea de caza mayor o menor, está con una población escasa, renuncia ese año a su caza y fomenta su recuperación, y algo que nos han dicho muchos buenos cazadores: si salen al campo y ese día se da mal, no pasa nada porque han disfrutado de la Naturaleza en compañía de los amigos y lo cierran con un buen aperitivo.
Pero la imagen del cazador ha sido muy deteriorada por el “escopetero”, un espécimen realmente lesivo para la caza y nuestro patrimonio natural: dispara a todo lo que se mueve; no sabe identificar muchas veces ni siquiera las especies cinegéticas; no respeta las especies protegidas; en legislación cinegética, suspenso total; el ansia por disparar le hace no ver lo exiguo de la población de algunas especies; ensucia nuestros más bellos parajes con todo tipo de basuras y residuos, y si el día sale malo, coge un enfado monumental y lo paga con compañeros y con alguna pobre cigüeña que pasaba por allí.
En cuanto a quienes defienden la Naturaleza, hay también dos grupos claramente diferentes, los conservacionistas (FONDENEX forma parte de este grupo) y los llamados “ecologistas”, que han hecho que mucha gente se confunda con los verdaderos fines de los que queremos proteger nuestro patrimonio natural. El conservacionismo se basa evidencias científicas, el diálogo con todos, en la independencia política, en el altruismo, en la crítica respetuosa, en la utilización de las distintas normas y leyes, en la divulgación. En definitiva, lograr la mejor calidad de vida para el Hombre y para ello es necesario que el medio ambiente donde vive goce de las mejores condiciones posibles. El “ecologista”… pues al contrario.
Lógicamente, cazadores y conservacionistas no podemos estar en todo de acuerdo y tenemos varias asignaturas pendientes para acercar posturas: la media veda (en las condiciones actuales, no autorizarla en años); la caza de la Tórtola Europea (debe ser especie protegida); el carácter beneficioso o no del Rabilargo (para nosotros beneficioso); el papel del Lobo (sobre esta especie se habla mucho, pero con poco fundamento científico) en nuestros ecosistemas naturales; la explosión de meloncillos en algunas zonas (muchas veces se exagera… bastante, pero habría que estudiar en profundidad este tema), etc.
Y para acabar, pedir a nuestros amigos los cazadores que nos ayuden un poco más a los conservacionistas porque así se ayudarán también a ellos y a su afición: en la lucha contra la contaminación de los ríos; en la prohibición de pesticidas en nuestros campos; en la paralización esos grandes parques solares y eólicos que alteran de una forma sería bellos parajes en el entorno de espacios protegidos; en el control de nuevos caminos en áreas sensible; en el control de nuevos tendidos eléctricos; en la alteración de nuestros bosques, zonas de matorral mediterráneo y dehesas; tarea, hay para todos.
La caza, realizada de forma sostenible y dentro de las normas legales vigentes, es perfectamente compatible con la conservación de la Naturaleza. El patrimonio natural necesita de la colaboración de estos dos colectivos.
Francisco R. Blanco Coronado
Presidente de FONDENEX
Fondo para la Defensa del Patrimonio Natural y Cultural de Extremadura